Sueños



Hoy soñé con mi padre. En verdad soñé que expresaba el  deseo de ver a mi padre. Y cuando lo decía, sabía donde ir a buscarlo. Yo estaba con mi hermano, y le pedí que me acompañará. En el sueño mi padre había dejado nuestra casa, nos había abandonado. Hacía tiempo que no teníamos noticias de él. Por eso decidí ir a buscarlo.
La búsqueda fue sencilla. Tomamos un colectivo hasta  Barrio El Sol, el barrio dónde vivían mis abuelos paternos. Nos bajamos, caminamos una cuadra. Un cartel de madera decía: Geriátrico. Era de noche.
La casa tenía paredes blancas y  rejas negras. Me acerqué,  del otro lado había una mujer muy vieja vestida con guardapolvo azul. Era un patio enorme con muchos viejos sentados. Me asome a  la reja y vi a mi padre, estaba sentado, ahí nomás. Lo vi más canoso.  Era joven y me pregunté porque vivía ahí, si no era un anciano. 
Lo llamé pero no me escuchó. Hasta que la mujer sentada al lado de la reja le dijo que yo lo estaba hablando. Mi padre me miró, la mirada era suave, sonrió, se levantó y  se acercó a la reja, la abrió y me agarró la cara con las dos manos. Él también tenía ese ambo azul, como de enfermero.  Mi padre no hablaba. Era como un fantasma. 

En la escena siguiente caminaba con mi hermana. Lloraba desconsolada. Íbamos al entierro. 
El despertador me trajo al mundo de los vivos.
Mientras me hacía el café, recordé un cuento de Julio Cortázar que está en el libro Octaedro: Ahí pero dónde, cómo.

"No depende de la voluntad 
es él bruscamente: ahora (antes de empezar a escribir; la razón de 
que haya empezado a escribir) o ayer, mañana, no hay ninguna 
indicación previa, él está o no está; ni siquiera puedo decir que 
viene, no hay llegada ni partida; él es como un puro presente que se 
manifiesta o no en este presente sucio, lleno de ecos de pasado y 
obligaciones de futuro.

A vos que me leés, ¿no te habrá pasado eso que empieza en un 
sueño y vuelve en muchos sueños pero no es eso, no es solamente un 
sueño? Algo que está ahí pero dónde, cómo; algo que pasa soñando, claro, 
puro sueño pero después también ahí, de otra manera porque blando y 
lleno de agujeros pero ahí mientras te cepillas los dientes, en el fondo de 
la taza del lavabo lo seguís viendo mientras escupís el dentífrico o metes la 
cara en el agua fría, y ya adelgazándose pero prendido todavía al piyama, 
a la raíz de la lengua mientras calentás el café, ahí pero dónde, cómo, 
pegado a la mañana, con su silencio en el que ya entran los ruidos del día, 
el noticioso radial que pusimos porque estamos despiertos y levantados y 
el mundo sigue andando. Carajo, carajo, ¿cómo puede ser, qué es eso que 
fue, que fuimos en un sueño pero es otra cosa, vuelve cada tanto y está 
ahí pero dónde, cómo está ahí y dónde es ahí?


Este cuento me lo recomendó una chica que atendía una fotocopiadora. Mi padre había muerto hacía poco tiempo. Y ella sin saber me prestó Octaedro,  yo no lo había leído. 
Octaedro es un libro sobre la relación de los vivos con la muerte. Y no sé por qué,  pero tengo la impresión que Cortázar supo tempranamente qué era la muerte. 
El cuento que cito es el que más me gusta. Pone en palabras una experiencia que muchas veces resulta difícil de escribir y describir: eso que nos sucede después de haber soñado con nuestros muertos. Esa sensación de saber que están en algún lugar, en una "tierra propia" como dice Cortàzar.

" con vos me despierto y nada cambia salvo que he dejado de verte, sé que estás vivo ahí donde estás en una tierra que es esta tierra y no una esfera astral o un limbo abominable"



Y el día empieza con la alegría de saber que mi padre sigue vivo en "ese ahí" de mis sueños. Y al que puedo ver cada tanto. 

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