Esta mañana

Hoy, mientras me cepillaba los dientes, recordé un verso de la poesía El grillo de Conrado Nalé Roxlo, eso me llevó a pensar en mi escuela primaria, en Horacio Quiroga y en algunos de sus cuentos. Fueron mis primeras lecturas, esas que uno recuerda para siempre.
Cuando era una nena sabía de memoria la poesía de Nalé Roxlo, me gustaba sobretodo la palabra eglógico, no sabía que significaba, pero supuse que era algo bueno, ni siquiera me tomé el trabajo de buscar la palabra en el diccionario. No me importó saber el sentido exacto.
Y Horacio Quiroga fue el primer escritor que al leerlo me provocó miedo. Me sacaba el sueño.
Se me ocurrió que sería bueno leer el El decálogo del perfecto cuentista, decálogo que recomiendo a los que escriben, es muy útil en situaciones de emergencia.
Así me levanté está mañana. Eglógica y sencilla.


El grillo
Música porque sí, música vana,
como la vana música del grillo,
mi corazón eglógico y sencillo
se ha despertado grillo esta mañana.
¿Es este cielo azul de porcelana?
¿Es una copa de oro el espinillo?
¿O es que en mi nueva condición de grillo
veo todo a lo grillo esta mañana?
¡Qué bien suena la flauta de la rana!
Pero no es son de flauta: es un platillo
de vibrante cristal que a dos desgrana
gotas de agua sonora. ¡Qué sencillo
es a quien tiene corazón de grillo
interpretar la vida esta mañana!


Decálogo del perfecto cuentista

I. Cree en un maestro - Poe, Maupassant, Kipling, Chejov - como en Dios mismo.

II. Cree que su arte es una cima inaccesible. No sueñes en domarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás sin saberlo tú mismo.

III. Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia.


IV. Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo tu corazón.


V. No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas.


VI. Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: "Desde el río soplaba el viento frío", no hay en lengua humana más palabras que las apuntadas para expresarla. Una vez dueño de tus palabras, no te preocupes de observar si son entre sí consonantes o asonantes.


VII. No adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas de color adhieras a un sustantivo débil. Si hallas el que es preciso, él solo tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo.


VIII Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos pueden o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una verdad absoluta, aunque no lo sea.

IX No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir, y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino.

X No pienses en tus amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta como si tu relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida del cuento.

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